domingo, 24 de agosto de 2014

Mentir es una ciencia

             No sé si es una ciencia exacta, pero si extraordinariamente útil y eficiente.  Para ejercerla se necesita talento y maña, cosa que no todo mundo tiene pues no entiende las minúsculas sutilezas que esta ciencia en particular implica.

                Sí, al salir procuró apagar las luces y dar apariencias de que no dejaba nada en el interior.  Ni la verdad, ni la persona, ni el alma sujeta en alfileres invisibles; ella no dejaba nada, más que sus mentiras mal construidas que sus ojos no respaldaban.  Ojos con miedo a ser descubiertos y que descubrían más que cualquier otra cosa.

                Nosotros, contemplando la lluvia en silencio.  La mentira nos negó la entrada pero nos hizo reír con su torpeza.  Las gárgolas furiosas escupían agua y mojaban nuestros píes mientras pensaba en mis botas guardadas dentro del closet, languideciendo de aburrimiento.

                El niño corriendo con su paraguas multicolor, desafiando la furia de las gárgolas con su paraguas multicolor y salpicando agua sin pensar en nada más.  Sin malicia no profundiza en la estúpida mentira que nos dejó en medio de la lluvia.

                Se abre la puerta de la casa antes vacía.  El telón se levanta irreverentemente dejándonos ver la inmensidad del autoengaño (nunca fue real para mis ojos).


                Él estaba dentro, terminando de desenganchar un alma que se quedó dentro hace ya muchos minutos.

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