No odio el horario de verano, lo cual no implica que me encante. Simplemente es un horario al que mi cuerpo no se puede acostumbrar además de que estoy convencida de que es una conspiración extraterrestre para robarme horas de mi vida.
Por ejemplo hoy, yo llegué al mercado a las nueve de la mañana, alegremente compré mis verduras, mi carne, unas tostaditas y para redondear (la mia cintura claro) unos tamales para el desayuno. De ahí me fui alegremente al super donde di algunas vueltas (no demasiadas) y fianlmente decidí irme. Cual no sería mi sorpresa al darme cuenta que eran las once y media de la mañana!!!!
No lo podía creer, en donde quedaron esas tres horas?? En el super, en el mercado, dónde, donde si se puede saber??? No lo se, simplemente se fueron como si nada. Por supuesto eso me causa stress y ahí voy casi que volando al trabajo, donde de pronto me doy cuenta que ya son las dos de la tarde. Qué??? De nuevo se me perdieron las horas así como si nada. me sentí como en un capítulo de la dimensión desconocida.
No se si es porque mi cerebro no puede terminar de asimilar esa hora extra que me impuso el imperialismo (aunque una hora imperialista es mejor que media hora socialista extra) que tengo la teoría que mi cerebro se apago por ratos para olvidar ese detalle. Claro que no ha entendido que solo es una hora y se apaga tres horas. Espero que en esos lapsos de autonomía no se le de por hacer cosas que están más allá de mi locura normal como engancharse un guarro o comprar un libro de Paulo Coehlo, eso si no lo podría soportar mi estado conciente.
En fin, justo ahora acabo de sufrir otro episodio de esos, ya las once!! Y apenas vi que eran las ocho, no puede ser!!! Si yo me iba a dormir a las diez, que coraje!!! Me voy a dormir, aunque creo que también las horas se pierden mientras duermo, lam ñana llega tan rápido...
martes, 14 de abril de 2009
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