Necesito un libro. Es así de simple. Pocas cosas extraño como el aroma de un libro nuevo o de un libro llevado y traido con cariño. Siento que llevo mucho tiempo aquí, dejando a mi mente libre de pensar lo que quiera y a veces toma rumbos insospechados. Un libro le da cauce, le da ideas, le da hogar a una mente errante.
ADemás él no ayuda, me molesta, me incordia, es como una piedra en el zapato, si acaso pudiera llevar zapatos aquí. ADmito que a veces me divierte, pero no necesito que esté aquí, preferiría un libro mil veces.
Quiere decirme algo, pero no lo he dejado, no creo que me interese nada de lo que pueda decir si ya ha demostrado que nada interesante puede aportar. Ha dejado de insistir, pero sospecho que es temporal, dice que es importante, a saber que considera él importante. Realmente tengo dudas sobre sus prioridades.
Sospecho, además, que estoy recordando cosas en las que no había pensado hace años, como mi infancia. La verdad no creo que hubiera nada bueno en recordar una niñez solitaria, sin amigos ni hermanos, encerrada en esa casa que sofocaba solo con verla. Vivir ahí era un verdadero tormento de puertas cerradas, de secretos inmemoriales, de polvo, donde hasta la luz era tímida. Recuerdo las largas tardes de verano en que me moría de calor dentro de la sala aprendiendo a bordar, mientras afuera se escuchaban algunas risas lejanas que yo no podía compartir. Bueno, ni mascota pude tener porque la tía Leandra las odiaba. Ni bien tuve oportunidad salí de ahí y procuré no volver más que cuando no tenía otro remedio.
No quiero recordar eso, de verdad que no, por eso me urge un libro que me lleve a otros mundos conocidos o desconocidos. Necesito otra historia, porque esta en la que estoy no tiene ni pies ni cabeza, y lo que es peor, creo que no tiene fin.
El sujeto insiste, dice que tiene que decirme algo muy importante, se está poniendo realmente pesado. Está bien, lo dejaré hablar, que diga lo que tiene que decir y espero que entonces me deje en paz.
ADemás él no ayuda, me molesta, me incordia, es como una piedra en el zapato, si acaso pudiera llevar zapatos aquí. ADmito que a veces me divierte, pero no necesito que esté aquí, preferiría un libro mil veces.
Quiere decirme algo, pero no lo he dejado, no creo que me interese nada de lo que pueda decir si ya ha demostrado que nada interesante puede aportar. Ha dejado de insistir, pero sospecho que es temporal, dice que es importante, a saber que considera él importante. Realmente tengo dudas sobre sus prioridades.
Sospecho, además, que estoy recordando cosas en las que no había pensado hace años, como mi infancia. La verdad no creo que hubiera nada bueno en recordar una niñez solitaria, sin amigos ni hermanos, encerrada en esa casa que sofocaba solo con verla. Vivir ahí era un verdadero tormento de puertas cerradas, de secretos inmemoriales, de polvo, donde hasta la luz era tímida. Recuerdo las largas tardes de verano en que me moría de calor dentro de la sala aprendiendo a bordar, mientras afuera se escuchaban algunas risas lejanas que yo no podía compartir. Bueno, ni mascota pude tener porque la tía Leandra las odiaba. Ni bien tuve oportunidad salí de ahí y procuré no volver más que cuando no tenía otro remedio.
No quiero recordar eso, de verdad que no, por eso me urge un libro que me lleve a otros mundos conocidos o desconocidos. Necesito otra historia, porque esta en la que estoy no tiene ni pies ni cabeza, y lo que es peor, creo que no tiene fin.
El sujeto insiste, dice que tiene que decirme algo muy importante, se está poniendo realmente pesado. Está bien, lo dejaré hablar, que diga lo que tiene que decir y espero que entonces me deje en paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario